Joaquín Santo Matas |
CONFERENCIA DE CLAUSURA DE LA V JORNADA
DE ACADÉMICOS CORRESPONDIENTES DE LA
REAL ACADEMIA DE CULTURA VALENCIANA
2 de febrero
de 2018
Vida y memoria del académico
Vicente Ramos, coetáneo de Eduardo Primo Yúfera
JOAQUÍN SANTO
MATAS.
Hace justamente un siglo, cuando venía
al mundo Eduardo Primo Yúfera, al que este año homenajea la Real Academia de
Cultura Valenciana en el centenario de su nacimiento, nuestra sociedad, tanto a
nivel local como nacional e internacional, se hallaba en estado de shock.
El 11 de
noviembre de este 1918 acabaría la primera Gran Guerra que causó alrededor de
veinte millones de víctimas mortales, las mismas que ocasionara en similares
fechas y solo en Europa esa terrible pandemia que fue la mal llamada ‘gripe
española’ que realmente tuvo sus orígenes en Francia y tanto afectara a
nuestras tierras valencianas.
Cien años
después parece cómo si en Valencia capital las cosas siguieran prácticamente
igual, después de dos regímenes monárquicos, dos dictaduras y una república, en
lo que se refiere a nacionalismos, valencianismos y catalanismos.
El
Ayuntamiento del Cap i Casal, a cuyo frente se encontraba el republicano
autonomista Faustino Valentín, aprueba en agosto de 1918 una propuesta en la
que se instaba a enseñar valenciano en todas las escuelas y centros docentes no
técnicos bajo amenaza de eliminar las subvenciones municipales a quienes no
acataran tal disposición. Pero hasta los blasquistas de Unió Republicana
Autonomista se opusieron. La medida no se llevó a efecto y Valentín dimitió a
finales de año.
Francesc
Cambó, el líder de la Lliga Regionalista de Cataluña, viene a Valencia para
inaugurar la sede de la naciente Unió Valencianista Regional, vinculada con
aquella, federalista y catalanista, y no imparte la conferencia organizada en
el Teatro Principal al negársele que la diera en catalán por las protestas que
aquello motivó.
También en
1918 se publica la Declaració Valencianista que defendía la creación de
un Estat Valencià dentro de una Federación Española, compatible con las demás
“regiones y nacionalidades ibéricas” que de nuevo la Unió Republicana
Autonomista de Vicente Blasco Ibáñez y Félix Azzati rechazó de plano.
Pero en medio
de toda esa maraña, el padre Lluis Fullana, alicantino de Benimarfull, da la
primera lección en la Cátedra de Lengua Valenciana de la Universidad de
Valencia, creada por iniciativa del Centro de Cultura Valenciana, antecedente
directo de nuestra RACV, nacido tres años atrás.
Precisamente
cuando cumplía la Academia su centenario de existencia, quien les habla
pronunció el 27 de febrero de 2015 su discurso de ingreso en la misma que versó
sobre ‘La Luz de Sorolla y Alicante’, centrado en la estancia del genial
artista valenciano, va a hacer también precisamente cien años, en la capital
lucentina donde estuvo varios meses de 1918 para pintar su famoso cuadro
‘Elche. El Palmeral’ para la Hispanic Society de Nueva York, lo que hizo no en
la urbe ilicitana sino en el palmeral de Babel de Alicante.
Como bien
sabemos, el 1 de abril de 1918 nacía Eduardo Primo Yúfera en Puerto de Mazarrón
(Murcia) al estar allí su padre, Eduardo Primo Marqués, ejerciendo como
maestro. Con cinco años marcharía la familia a Carlet, que lo nombraría en un
futuro Hijo Adoptivo de esta ciudad que ostenta tal título desde que Alfonso
XIII se lo concedería el 10 de agosto de 1926.
También al
borde mismo del Mediterráneo, a 110 km. de distancia de Puerto de Mazarrón, en
Guardamar del Segura, nacería el 7 de septiembre de 1919 otro gran hombre de
nuestra tierra, Vicente Ramos Pérez, del que voy a tener el honor de contarles
cosas de su vida y mi memoria, sin buscar lo exhaustivo pero sí lo más inédito
porque tiempo y momento habrá cuando el año próximo conmemoremos, como merece
el personaje, el centenario de su nacimiento.
Este es un
adelanto que no podía tener mejor espacio que la sede de esta Real Academia que
él tanto admiró por su defensa del valencianismo más puro e íntegro frente a
las asechanzas externas de quienes vienen deseando apropiarse y a la par anular
nuestra gloriosa historia y sus señas de identidad.
Al margen de
su común sapiencia, trabajo infatigable, generosidad, honradez y bonhomía, uno
desde las Ciencias y el otro desde las Letras, encontraremos entre Primo y
Ramos, dos hombres además de una sólida fe religiosa, puntos concordantes.
Ambos
ingresaron el mismo año, 1978, cuando trocó su nombre por Academia de Cultura
Valenciana, va a hacer pues cuatro décadas, y con apenas cinco semanas de
diferencia. Vicente Ramos lo hará el 9 de mayo casi a la par que vería la luz
su esclarecedor libro ‘Pancatalanismo entre valencianos’, y Primo Yúfera el 14
de junio de 1978. Sus medallas como académicos numerarios serán correlativas,
Primo la 23 y Ramos la 24. Aquella tuvo como primer titular a Nicolau Primitiu,
presidente que fuera de Lo Rat Penat y decano de esta Academia cuando se
denominaba aún Centro de Cultura Valenciana, entre 1956 y 1962 mientras Primo
lo sería entre 1984 y 1987, siendo luego nombrado Decano de Honor de la misma.
Traigo la
figura de este destacado erudito que fuera Nicolau Primitiu, poseedor de una
impresionante biblioteca de temática valenciana, porque su hermano menor,
Eliseo Gómez Serrano, fue una personalidad del mundo de la cultura en Alicante.
Catedrático y director de la Escuela Normal de Magisterio, presidente también
del Ateneo, concejal de Educación y diputado al Congreso durante la II
República, por su implicación política como republicano de izquierdas, tras la
guerra civil fue condenado a muerte, convirtiéndose en el primer fusilado del
franquismo en la capital alicantina, dicen que para que sirviera de simbólico y
terrible escarmiento ya que jamás intervino en delito alguno de sangre.
Encuentro una
tercera persona con la que Primo estuvo muy vinculado en cuanto al trabajo
científico pero que chocó con Vicente Ramos por el tema del panmurcianismo. Me
refiero a Octavio Carpena Artés, secretario general del Consejo Superior de
Investigaciones Científicas entre 1973 y 1976, coincidiendo con Eduardo Primo
Yúfera que fue su presidente entre 1974 y 1977. Ambos eran de origen murciano,
doctores en Ciencias Químicas y catedráticos de Química Agrícola por lo que su
actividad profesional y docente marchaba por caminos paralelos.
Pues bien,
Octavio Carpena, natural de Santomera, localidad de la Huerta de Murcia que
linda con la provincia de Alicante, era a finales de los años sesenta del
pasado siglo director del Instituto de Orientación y Asistencia Técnica del
Sureste y gerente de la Comisión para el desarrollo socioeconómico de la cuenca
del Segura que, tomando como excusa el futuro trasvase Tajo-Segura, fue
desarrollando una política de acercamiento de la provincia de Alicante a la de
Murcia que pronto desembocaría en un anhelo de crear una región del Sureste
donde se integrarían también Albacete y Almería.
Isidro Vidal,
decano de los periodistas alicantinos, nonagenario que hoy en día conserva una
total lucidez intelectual, denunció las maniobras de Carpena en el diario
‘Información’ y la ‘Hoja del Lunes’, como me recordó hace breves fechas,
indicándome que además en 1969 se nombra gobernador civil de Alicante a un
cartagenero, Mariano Nicolás García, que lo fue hasta 1973 en que lo sustituyó
un valenciano, aunque nacido en Manzanares (Ciudad Real), Benito Sáez
González-Elipe, -lo casó el padre Fullana por cierto- mientras en ese mismo año
un alcoyano, Enrique Oltra Moltó, ocupaba el gobierno civil de Valencia, fechas
que coinciden con el auge y regresión del surestismo y el anhelo inequívoco del
gobierno de vincular más a Alicante con el Cap i Casal, existiendo, eso sí
entonces, pocos lazos afectivos y económicos así como muchos recelos respecto
al centralismo valenciano.
Vicente Ramos,
director que era de la Biblioteca Gabriel Miró de la Caja de Ahorros del
Sureste de España, entidad que jugó un importante papel en estos movimientos
disgregadores, se interesó por aquella defensa de intereses agrícolas comunes
que iba a incentivar el trasvase y fue acusado de surestista cuando él este
concepto solo lo entendía desde un punto de vista económico.
Pero hay un
hecho irrefutable que tumba esa imprecación y quiero aquí hacer constar, el
manifiesto ‘Somos valencianos’ que redactaría con el escritor Miguel Signes y
firmaran treinta y una personalidades del mundo alicantino de la cultura con
fecha 23 de mayo de 1972.
El texto
literal fue el siguiente:
“Los abajo
firmantes, en nombre propio y creyendo interpretar igual sentir en todos los
demás escritores y artistas nacidos en la provincia de Alicante, ante el
equívoco que en torno a la palabra sureste se está originando, al confundir
conceptos de contenido geográfico, histórico, etnográfico, económico y
administrativo, declaramos nuestra radical valencianía, no solamente por
razones irrenunciables de hijos del Reino de Valencia, sino por aquellas otras,
también, de índole espiritual que han conformado histórica y psicológicamente
nuestra personalidad”.
Ello provocó
que en la ciudad de Valencia, quince entidades culturales y profesionales,
encabezadas por el Centro de Cultura Valenciana, patentizaran su negativa al
“plan de segregación de la provincia de Alicante del histórico Reino de
Valencia”.
A título
personal diré que el destino quiso que una hermana de Octavio Carpena llamada
Carmen se casara con un hermano de mi suegra.
Al respecto de
los anhelos murcianos sobre las tierras alicantinas, creo que en este foro no
está de más citar otra operación llevada a cabo con la llegada de la democracia
y la redistribución del mapa regional con motivo del surgimiento de la llamada
España de las autonomías y que pienso no es muy sabida. Aquí me viene a la
memoria aquella frase de Joanot Martorell en Tirant lo Blanc: "Quien
olvida el pasado, se olvida a sí mismo".
Murcia perdía
Albacete que pasaba a formar parte de Castilla-La Mancha, y aduciendo
cuestiones de proximidad geográfica, intereses agrícolas comunes y similitud
lingüística, esbozó un proyecto de nueva región con tres provincias, la propia
de Murcia, la de Cartagena, poco murcianista y con el cantonalismo resurgiendo,
y la de Orihuela que abarcaría toda la Vega Baja del Segura.
El adalid de
ese movimiento fue Antonio Pérez Crespo, presidente del Consejo Regional de
Murcia que se vio favorecido en sus pretensiones por algunas medidas
desacertadas del Consell preutonómico que encabezaba José Luis Albiñana y
alimentó la idea de que las comarcas castellanohablantes lo iban a pasar muy
mal con la nueva política nacionalista y de imposición lingüística,
considerando que la Vega Baja quedaba a más de doscientos kilómetros de
Valencia mientras la capital murciana dista quince kilómetros del límite
provincial alicantino.
Todo ello me
llevó a publicar el domingo 3 de diciembre de 1978 una extensa carta al
director en el diario ‘Información’ que titulé “Pérez Crespo y sus violetas
imperiales” donde hacía unas consideraciones históricas sobre lo que fue el
Reino musulmán de Murcia y la comarca alicantina que tiene por capital a
Orihuela y que pertenecía al Reino de Valencia desde comienzos del siglo XIV
tras la Sentencia Arbitral de Torrellas de 1304 y el Tratado de Elche de 1305.
Por ello los municipios de la Vega Baja lucen las barras de la Corona de Aragón
en sus escudos, al margen de que años después, en 1366, el rey Pedro IV creara
la Gobernación General de Orihuela, dentro del Reino de Valencia pero autónoma
administrativamente de él y que contó con un estatus especial hasta la llegada
de los Decretos de Nueva Planta en 1707.
Con juvenil
ironía y cierta guasa terminaba yo aquel escrito de la siguiente guisa:
“Cada error
salido de la Generalitat Valenciana supone un sabroso frote de manos del señor
Pérez Crespo el cual, lanzando sus “violetas imperiales”, no conseguirá
suplantar a nuestra violetera particular, doña Sara Montiel que, manchega de
nacimiento, creció y medró en Orihuela, capital de esa Vega Baja orgullo de los
alicantinos de verdad que debemos entenderla y a la vez proteger de las
insaciables manos de los que la consideran pastel apetecible para
engullírsela”.
Alicantinismo,
valencianismo y españolismo han sido los conceptos irrenunciables de Vicente
Ramos al que puedo decir con orgullo que acompañé en aquellas luchas por
defender mi provincia de quienes deseaban anexionarla por el norte y por el
sur.
Muchos han
sido los puntos convergentes habidos con él. Mi padre conocía a Vicente 'desde
siempre'. Amistades aparte, la primera constancia de intervenciones conjuntas
de ambos, data de 1952 cuando los dos participaron en los foros culturales del
Casino de Alicante en sendos homenajes a San Juan de la Cruz y Gabriel Miró, el
21 de marzo y el 4 de junio respectivamente.
Lo visitábamos
periódicamente mis padres y yo en Aitana, como a él le gustaba decir, yendo a
su chalet 'Alone', nombre de la antigua colonia griega asentada donde hoy está
su Guardamar natal.
Desde
entonces, al margen de actuaciones conjuntas, me redactó prólogos, le organicé
charlas, escribí artículos, di conferencias y participé en debates sobre su
figura.
Como único
ejemplo, permítanme la leve vanidad de citar un caso acaecido en la etapa
postrera de su vida. El 27 de marzo de 2009 impartí una conferencia en el Club
de Opinión Encuentro que titulé ‘Alicante. Historia y cultura de un municipio
bimilenario’. La víspera, me escribió el siguiente correo: “Lamento que mi
poca salud no me permita asistir a tu conferencia en contra de mi deseo.
Conozco tu amor por nuestra tierra, tu noble afán por encontrar siempre la
verdad y tu diafanidad expositiva. Por ello estoy seguro que tu palabra
revelará nuevos e interesantes aspectos del acontecer histórico del pueblo
alicantino”.
Le dediqué mi
intervención por su próximo 90 aniversario y enterado de ello, me volvió a
mandar otro correo que transcribo íntegro: “Querido Joaquín: No sabes cuánto
te agradezco el recuerdo que me dedicaste en tu conferencia. Como yo supuse,
tus palabras fundadas en el sentimiento de alicantinismo, constituyeron un
éxito. Te felicito de nuevo y, una vez más, lamento mi obligada ausencia.
Recibe con el recuerdo a tu esposa, mi viejo y cordialísimo abrazo. Vicente
Ramos”.
Llegados a
este punto vamos a destacar aquellos aspectos más singulares de su biografía,
como su ideología juvenil de corte libertario, la participación en el bando
republicano durante la guerra civil, esa transformación total que la misma le
causara y sus vínculos con Valencia.
Nacería el 7
de septiembre de 1919 en la Real Villa de Guardamar del Segura, único municipio
de la Vega Baja que conserva la lengua valenciana y en donde el río desemboca.
Su padre,
Vicente Ramos Cánovas, fue un terrateniente, juez de paz, católico y
republicano, en la línea de Niceto Alcalá Zamora. Cuando se proclamó la II
República, era alcalde de Guardamar. La víspera, 13 de abril, lunes de Pascua,
conocidos los resultados electorales, fue sacado a hombros del Ayuntamiento.
Su madre,
Rosario Pérez Aldeguer, murió cuando Vicente tenía solo dos años. Su hermana
Rosario también fallecería a la edad de siete años.
Lo cuidan sus
abuelos Rosalino y Filomena y sus tías Carmen y Rafaela, esta maestra como su
madrastra Joaquina López Gil con la que casará su padre en 1927, dándole una
hermana, Pilar.
Como ejercía
ella el Magisterio en Novelda, allí vivirá y cursará la Primera Enseñanza. En
mayo de 1931 realiza el examen de Ingreso en el Instituto de Segunda Enseñanza
de la calle Joaquín Costa de Alicante. 1º y 2º de Bachillerato lo cursará en
Elche, el 3º en Murcia y el resto en Alicante.
Con apenas
diez años ya lee ‘Superrealismo' de Azorín y siendo estudiante de Bachillerato
en Alicante, el bibliotecario municipal y escritor Eduardo Irles le aconseja
'La novela de mi amigo' de Miró, una revelación literaria y espiritual según
Luis Beresaluze, biógrafo de Ramos.
El ambiente de
la II República y su inquietud juvenil lo llevan a afiliarse a las Juventudes
de Izquierda Republicana en 1936. Eterno lector, se siente atraído por el
anarquismo filosófico de Proudhom que rechazaba a la autoridad como rectora de
la sociedad, fomentando en grado sumo el individualismo pero repudiando la
violencia; y también por el anarquismo intelectual que con Nietzsche lo
apartará de la religión. Así, ingresa enseguida, 1937, en la CNT, el sindicato
anarquista.
En ese año
logra el Bachiller Superior muy brillantemente; tras un cursillo acelerado
consigue el título de Maestro de Primera Enseñanza, dando clases en Alcoy, y
también, después de un corto periodo de formación con el dr. Ernesto Ripoll,
director del Hospital Provincial de Alicante, un certificado de practicante.
El 21 de
agosto de este mismo 1937 conoce a Miguel Hernández en el Ateneo donde dio una
conferencia-recital organizada por la Alianza de Intelectuales Antifascistas
para la Defensa de la Cultura en vísperas de marchar desde Valencia hacia la
Unión Soviética vía París y Estocolmo.
En 1938 se
moviliza su quinta, hace un periodo de instrucción en el alicantino cuartel de
Benalúa y publica su primer artículo sobre Larra en ‘Bandera Roja’, Diario de
los Trabajadores. Órgano de la UGT. Ni el propio Vicente Ramos lo ha podido
localizar al no existir ejemplares del mismo.
En tan solo un
año como soldado anduvo por tierras de Castellón (Albocácer, Benasal...), el
frente de Aragón, luego Granada y Extremadura para recalar finalmente en
Requena. Esas titulaciones exprés que consiguiera le sirvieron para ejercer de
miliciano de la Cultura y de asistente sanitario, lo que le valió no tener que
disparar un tiro y sí dar charlas docentes a la tropa y asistir a los múltiples
heridos.
Estamos a
finales de marzo de 1939; la guerra se da por finiquitada, Vicente ve a sus
superiores quemando documentos ávidamente mientras animan a la tropa a huir en
desbandada. Marcha andando desde Requena en dirección a Valencia, consigue que
un camión lo lleve hasta la capital y allí con los pies destrozados va a un
hospital para que lo curen. Como miembro del ejército republicano fue instado a
dirigirse a la plaza de toros para concentrarse allí.
Frente a ella
se encuentra el Hotel Metropol, el mejor de Valencia entonces, antigua sede de
la embajada de la Unión Soviética a cuyo frente estaba el controvertido Marcel
Rosenberg cuando allí se ubicó el Gobierno de la II República. El propietario
lo aloja en él, le da ropa de civil y le indica días después un tren de
mercancías que salía para Alicante en uno de cuyos vagones se esconde.
Arribará sin
problemas y su espíritu cambió. En el macuto llevaba una Biblia y vuelve a la
fe católica. El dolor que le causara la guerra donde vio a tanta gente morir y
la violencia anticlerical de la que fue testigo, le hicieron cambiar
rotundamente. Además, corrían nuevos vientos y nuestro protagonista tenía 19
años, muchas inquietudes intelectuales y una vida por delante que no quería empezar
en una cárcel.
Lo
verdaderamente increíble es que un chaval con esa edad, soldado del ejército
republicano, con carnet cenetista que conservaba y sin ser conocido en
Alicante, comenzara enseguida a escribir artículos en ‘Hoja Oficial de
Alicante’, el primer periódico franquista continuo, editado nada más acabada la
contienda por la 3ª Cía. de Radiodifusión y Propaganda en los Frentes.
El mismo abril
inició sus llamadas 'Vías imperiales', colección de seis artículos patrióticos
donde reflejaba el espíritu del lema 'Por el Imperio hacia Dios' pleno de
exaltación política y mirada puesta en la religión, Franco, los Reyes
Católicos, Hispanoamérica y África.
El primero,
publicado sin firma el viernes 28 de abril, se titulaba ‘Primavera en España’ y
comenzaba así: “Jóvenes estrofas envueltas entre el polvo glorioso de mil
batallas heroicas, cruzan los aires y atraviesan los campos los cuales se
aprestan a sonreír a la nueva Primavera que por cielo, tierra y mar era
esperada”. Concluirá de esta manera: “Primavera es juventud, es
optimismo, es poesía. Y esta valiente generación, que ha amasado las lágrimas
con sus himnos, se ha vestido de primavera con el rojo clavel y la azul
violeta”.
También llama
poderosamente la atención una narrativa madura para su edad y el empleo de un
lenguaje alambicado. Como ejemplo, así da inicio a la II Vía, publicada el 30
de abril bajo el título de ‘El milagro de la resurrección: "Carente de
un aire salvador, la mefítica y caliginosa atmósfera, ahogaba paulatinamente
-con el veneno de su pútrida corrupción- al noble y gallardo pueblo
español".
Usará palabras
como ilota, fosco, ergástula, pródromo, flébil... En el segundo artículo
aparecerán al pie las iniciales V. R. y en el tercero, el 3 de mayo, ya V.
Ramos y Pérez.
Este 1939 se
matricula en la Universidad de Valencia en Filosofía y Letras. Dos años después
continúa sus estudios en la Central de Madrid donde se licencia en 1943, año en
que se casará con Manolita Moya García a la que dedica su primer libro,
'Pórtico Auroral', conjunto de poemas en prosa lírica cuya crítica anónima en
‘Información’ -“no basta con una lectura rápida y fugaz, sino que necesita
la concurrencia de amplio tiempo y de pausadas meditaciones”- coincidirá en
fecha, domingo 10 de octubre, y página -‘La vida literaria’- con su primer
artículo sobre Gabriel Miró 'Evocación de Sigüenza' que comienza: "Se
nos abre el alma en anchas espumas de optimismo con la gloria de este
día".
La segunda
parte de 'Pórtico Auroral' se llama 'Canto de amanecer' y también rezuma el
mismo optimismo. El mundo está en guerra pero Vicente se muestra feliz. Acaba
de terminar su carrera y sobre todo le queda mes y medio para casarse con
Manolita, la que será su compañera del alma durante casi 68 años que
sintetizará, cuando llegó a nonagenario, afirmando que el éxito de ese
patente y perdurable amor desde su origen estuvo en hacer de las dos vidas una.
Da clases en
centros docentes tanto de Alicante, entre ellos el Colegio de Ciegos, como de
Elche. ‘Primum vivere, deinde philosophari’ y tiene en un invidente su
gran referente cultural, Francisco Figueras Pacheco, hombre absolutamente
genial, según sus propias palabras, que le donó todo su archivo, capaz de
escribir sin ver el inmenso tomo (1.206 páginas) de Alicante en la Geografía
General del Reino de Valencia de Francisco Carreras y Candi; cronista oficial
de Alicante entre 1908 y 1960, licenciado en Derecho por Valencia y doctor por
Madrid, una Real Orden de enero de 1912 le impidió acceder a la cátedra de
Derecho Natural de la Universidad de Valladolid al recoger aquel texto la
prohibición de que un ciego pudiera ser catedrático universitario. Ello le
llevó a decantarse por los estudios geográficos e históricos.
Resulta
imposible explayarnos en la actividad literaria de Vicente Ramos que la inició
en enero de 1940 fundando la revista literaria ‘Arte Joven’. Resumiendo,
diremos que creó, por iniciativa de Antonio Ramos Carratalá, la biblioteca
Gabriel Miró, que abrió sus puertas en la parte trasera de la sede de la CASE, el
27 de abril de 1952. Gestada 8 años atrás, fue su director hasta que se
jubilara.
Por entonces
ya había tenido problemas con las autoridades franquistas pues en 1950 publica
con Manuel Molina 'Seis poemas inéditos y nueve más' de Miguel Hernández,
determinando ayudar a su viuda e hijo, organizando una suscripción nacional
para evitar que Miguel fuera a una fosa común y se le pudiera comprar un nicho
así como divulgando la obra poética del oriolano.
En marzo de
1952 el boletín ‘Relevo’, Hoja volante del SEU de Alicante, publica un artículo
sin firma titulado ‘¡Ya está bien! Aviso a los navegantes’ donde, entre otras
cosas, se dice: “Por eso vemos con estupor, con estupor y con asco, la
admiración bobalicona y palurda a Miguel Hernández de ciertos cenáculos
semi-intelectuales que recitan versos facilones y cursis con pedantería
provinciana”.
El traslado de
los restos mortales de su madre al nuevo cementerio de Guardamar le incita a
escribir en 1956 'Destino de tu ausencia', Premio de Literatura de la Diputación
de Valencia en su apartado de Poesía de ese año, publicado por la misma al
siguiente. Para Ramos, su obra preferida.
Entre 1957-59
vivirá en Estocolmo donde imparte clases de Lengua y Literatura y da
conferencias. De ahí saldrá la edición de 'Poetas suecos contemporáneos' en
cuya traducción le ayudó Greta Engberg.
Vuelto a
España realiza su tesis doctoral 'El mundo de Gabriel Miró' en 1964 y con
'Literatura alicantina (1839-1939)' conseguirá el Premio Azorín en su primera
edición (1965).
Sintetizando
mucho digamos que ha escrito crónicas de Alicante y la provincia, biografías,
entre otros, de Gabriel Miró, Rafael Altamira, Figueras Pacheco, Miguel
Hernández, Julio Guillén Tato, Eduardo Irles o Lorenzo Carbonell; ensayos sobre
Arniches, Azorín o Juan Sansano.
Historias
sobre la II República, la guerra civil, el parlamentarismo, obrerismo y
franquismo en la provincia de Alicante, el Teatro Principal, el Ateneo y hasta
el Hércules Club de Fútbol. Dejo para el final la voluminosa 'Historia de la
Diputación Provincial de Alicante', encargada con 83 años. Se publicaron cinco
tomos, con más de 3.500 páginas, quedando un sexto prácticamente concluido.
Centrado en
esa monumental obra, ya no prodigó colaboraciones en prensa. La última fue un
breve artículo llamado ‘Deseo’ publicado el 27 de noviembre de 2009 en ‘La
Verdad’ que estrenaba ese día una remozada edición de Alicante.
Cronista e
Hijo Predilecto de Guardamar, cronista oficial también de la Provincia de
Alicante y de Guadalest, académico de diversas instituciones, hijo adoptivo de
Alicante, medalla de oro de la provincia y un largo etcétera de distinciones.
Morirá el 2 de
junio de 2011, 60 años y un día después que su admirado Rafael Altamira, el
mayor erudito que ha dado Alicante, identificado con esta frase suya: "Sea
Vd. buen ciudadano pero no partidario; ayude Vd. a todo lo bueno pero no se
ligue a ninguna corporación, sociedad o grupo que le obligue a una conducta
cerrada".
Aún así, en
momentos complejos para el valencianismo y de sólidas asechanzas
pancatalanistas ante las que libramos batallas conjuntas, fundó en Alicante
Unión Valenciana, siendo diputado a Cortes por la misma dentro del Grupo
Popular (1982-84) y Mixto (1984-86).
Cuando la
publicación de su pueblo ‘Guardamar Digital’ le preguntó el 11 de febrero de
2009 cómo le gustaría que le recordaran, respondió: “Sencillamente como un
estudiante que procuró no hacer daño a nadie”.
En la recta
final de su existencia manifestó: “Mi vida se ha ido haciendo con aciertos y
equivocaciones, con tristezas y alegrías, procurando respetar y respetarme, sin
envidiar a nadie ni a nada”.
Vicente Ramos
sufrió muchas injusticias, desprecios, ataques e ignorancias a lo largo de su
longevo devenir, fundamentados precisamente en la envidia, aquella que muerde y
no come en palabras de Quevedo, y en una animadversión a su persona de sus
adversarios ideológicos. Él, de palabra tan pulcra y cuidada, le llegó a
reconocer a mi mujer en sus postreros días y ya con una tenue voz filiforme: “Me
han hecho, hija, en la vida muchas pasadas; qué digo, putadas, muchas putadas”.
Termino ya
trayendo a la memoria un pensamiento del escritor hindú Rabindranath Tagore: “Cuando
mi voz calle con la muerte, mi corazón te seguirá hablando". Así lo
siento yo y debemos sentir los que amamos esta tierra y luchamos, como él, por
defender y preservar sus genuinas historia, lengua y cultura.
Muchas
gracias.