Centenario de Vicente Ramos

El historiador, poeta, hernandiano y erudito VICENTE RAMOS PÉREZ, nació en Guardamar el 7 de septiembre de 1919. El presente portal lo dirige Ramón Fernández Palmera, correo: ramon.palmeral@gmail.com, con motivo de su centenario. Seminario del 20 al 24 de marzo de 2019 Sede Universitaria Alicante.

sábado, 1 de diciembre de 2018

Sigüenza y el «sigüencismo» en de Gabriel Miró




(Libro de 466 páginas de venta en Lulu y Amazón)





 Sigüenza y el «sigüencismo»

Por Ramón Fernández Palmeral

      Sigüenza es un personaje literario, alter ego de Miró, aunque la vida real de Miró queda, en Años y leguas a un 20 o 30 % de verdad autobiográfica. Sigüenza, antropológicamente hablando, es un ser reversible que vale para todo, es el avatar de Miró, quien hace el trabajo activo mientras Miró evoca, piensa y escribe. Un avatar como identidad virtual que escoge el usuario de una computadora o de un videojuego para que lo represente en una aplicación o sitio web.
      Un alma tímida como Miró, tenía un lado femenino. Además es cabeza de una familia de cuatro mujeres (madre, mujer y dos hijas),  y andaba siempre justo de dinero (la herencia del padre muerto en 1908, parece que estaba llena de deudas). Sigüenza le supone una necesidad de evasión ética, moral y física, y no encuentra mejor avatar que la figura omnisciente de un narrador para que, Sigüenza,  se transfigure literariamente en Miró, y a quien Miró le gustaría parecerse.
      A la pregunta de quién es Sigüenza, no se puede responder en afirmar que es Miró, sino la búsqueda de Miró a través de Sigüenza, que se halla en la lectura de la trilogía: Del vivir. Apuntes de parajes leprosos  (1904), Libro de Sigüenza 1917-1927 y en Años y leguas 1928. En la penúltima línea de este libro, escribió: «Y aquí dejaré a Sigüenza, quizá para siempre» (p.388). Como una premonición. Tuvo Miró la fatalidad de morirse dos años después, a los cuarenta y nueve años, le faltaron dos meses para cumplir los cincuenta.
      Para conocer una parte de las andanzas de Miró, hemos de trasladarnos al Libro de Sigüenza, que a pesar de que en el prólogo o advertencias al lector: «No me he regodeado formando a Sigüenza a mi imagen semejanza» p.412), al menos en el primer capítulo sobre sus exámenes a la Judicatura, sí lo es, se presentó dos veces a las oposiciones de la Judicatura en 1905 y 1907 y no obtuvo plaza. Es clarificador del sigüencismo mironiano según el prólogo de Libro de Sigüenza donde escribe:

                          LECTOR
Este Sigüenza que aquí aparece es el mismo que caminó tierras de Parcent [Del vivir 1904], recogiendo el dolor de sus hombres leprosos.
Sigüenza ha sido el íntimo testimonio y aun la medida y la palabra de muchas emociones de mi juventud.
Para mí, Sigüenza significa ahínco, recogimiento, evo­cación y aun resignación de las cosas que a todos nos pertenecen. De aquí que su libro puedas considerarlo tuyo. Yo te digo que lo que en él se refiere se hizo carne en Sigüenza. No me he regodeado formando a Sigüenza a mi imagen y semejanza. Vino él a mí según era ya en su principio. Y cuanto él ve y dice, no supe yo que había de verlo y de decirlo hasta que lo vio y lo dijo.
Lector: que Sigüenza te sea tan amigo como lo fue mío, aunque no, que no lo sea, porque sospecho que tanta amistad no habría de consentirte la grave madurez de pensamientos necesarios para una vida prudente. Tú, des­pués que él te lleve por algunas comarcas levantinas y catalanas, déjatelo en este libro, siquiera hasta que yo te lo traiga en otro, si me quedase vagar para reunir al­gunas glosas y jornadas que todavía andan esparcidas, como lo estaban las que aquí te ofrezco.
 (Para la edición de Eduardo Doménech de Barcelona en 1917).

      Como escribe el propio Miró, Sigüenza vino a buscarle a él, como un ente espiritual, para que el diera vida, a través de la escritura,  es el íntimo testimonio, la medida, las palabras y muchas emociones.
    Vicente Ramos sugiere darnos una definición acertada:

Efectivamente: ser Sigüenza reside en un ir constante hacia sí y hacia la Naturaleza a lo largo de un solo y mismo camino. Pero, aquí, la dificultad y la silenciosa lucha interior. ¿Cómo es, cómo ha de ser y vivir Sigüenza? Ahora, al cabo de veinte años lejos de la verdad rural, “se vea con la conciencia de lo que había sentido sin sentirlo entonces (…) Se acordaba sin recuerdo. Era una contradicción de su lírica sustancial”». 

(Gabriel Miró, Vicente Ramos. I.E.A, 1979, Alicante, pág 343).

      ¿Es el Doncel de Sigüenza, quién a través de su espíritu alcanzó a Gabriel Miró?  Joaquín Santo Matas, escribió:

        Importa relatar el viaje de bodas [noviembre 1901] que en el trayecto ferroviario entre Madrid y Zaragoza recalaron en Sigüenza [Guadalajara], sede episcopal que seguro le cautivaría por su belleza. En una capilla catedralicia está el doncel, Martín Vázquez de Arce, símbolo del humanismo cruzado, defensor de la cultura y de la fe. La efigie de su mausoleo, esculpido hacia finales del XV, aparece recostado con un libro entra las manos y la cruz de la orden de Santiago en el pecho. ¿Se identificaría Gabriel Miró con él que simboliza la lectura eterna y la mirada meditabunda? Digo esto porque creó una contrafigura literaria que llamó “Sigüenza”, su alter ego en tantas novelas Cervantes lo tuvo con don Quijote cuya ruta se cruza con la del Cid en Sigüenza. [Capítulos XIV y XXV de la Segunda parte del Quijote].

    (30 alicantinos al servicio de la humanidad. ISSUU, 2009, p.245)

       Parece ser que Miró estuvo en casa del Doncel de Sigüenza  y en la cenotafio de Martín Vázquez de Arce, ubicada en la capilla de San Juan y Santa Catalina de la catedral de Sigüenza en Guadalajara. (Viaje no documentado, antes de 1902).   A pesar de su gran carrera militar, la suerte se truncó para Martín Vázquez, cuando en la campaña granadina de 1486, cerca de la «Acequia Gorda de Granada», socorriendo a cierta gente de Jaén, el joven Martín, con solo veinticinco años de edad, perdió la vida en una desafortunada batalla en las cercanías de la ciudad nazarí.
 

Dibujo a lápiz del Doncel de Sigüenza por Palmeral



       Los cronistas contemporáneos al Doncel narran que, mientras el ejército cristiano marchaba cerca de la mencionada acequia, los granadinos abrieron las compuertas dejando que el agua inundara los campos atrapando por sorpresa a los enemigos, muriendo una veintena de hombres de las mesnadas o huestes mendocinas.
      En realidad la palabra «Doncel» para referirse a esta figura de Martín Vázquez de Arce es errónea pues cuando falleció tendría aproximadamente unos 25 años, una edad madura, y no un joven de entre 12 y 16 años, cuya familia debía esar compuesta por hidalgos o caballeros cercanos a la nobleza, que es a lo que se refiere la palabra «Doncel» y no mozo.

      En cambio, el «sigüencismo», es un concepto acuñado por Miró en su artículo «El turismo y la perdiz» El Sol, 16 de abril de 1930, publicado un mes anterior al de su muerte. Y escribe: «Y se recibe una sensación simultánea de pertenencia que hasta nos lleva el sigüencismo (…) En Guadalest, tan recoleto y virgen, me esperaría todo, hasta yo mimos a mí mismo». (Vicente Ramos,  Gabriel Miró, 1979, en p.347).
      El «sigüencismo» es una profunda proyección estético-afectiva hacia el ser, dinámica, que comienza y acaba en Miró, y que reside en una personalísima espiritual y formal expresiva de la realidad objetiva, de su emoción por su experiencia. Se logra cuando el escritor o la persona  alzan su cosmovisión, y pierde  la vergüenza o el miedo que le impedía actuar de acuerdo con sus sentimientos, deseos o capacidades: desinhibición. Hemos de entenderlo como una búsqueda y encuentro de sí mismo. Es un modo de unión hipostática por vía de amor entre el hombre y la tierra.  El personaje de Sigüenza unas veces es Sigüenza mismo y otras veces es Miró, puesto que tanto sus novelas como los cuentos o estampas no son biográficas, puesto que no comenta nada de sus padres, mujer e hijas.
      Aunque el pensamiento de todo creador está ligado a la formación de su niñez y experiencias personales, debo concluir que sigüencismo es la búsqueda de uno mismo en la Naturaleza.
      Para Vicente Ramos, el sigüencismo trasciende al propio Sigüenza, mejor decir, su peculiar sensibilidad buscada en un narrador que le puede hacer las veces de ayudante. Lo llama sigüencismo porque es Sigüenza el personaje que, al parecer, mejor representa esa sensibilidad del vitalismo del amor del hombre por la tierra («Sobre el hilozoísmo de Gabriel Miró» Canalobre 50, 2005, pps 225-226).
      El sigüencismo, pues, no sólo se halla en las obras del ciclo de Sigüenza, sino en toda la obra mironiana, porque representa la esencia mironiana por excelencia. Este sigüencismo, además, «comienza y acaba en Miró», es decir, es una suerte de autobiografía o autorretrato de Miró demiurgo. ¿Por qué no llamarlo entonces mironianismo? Llámese como se quiera, la conclusión es la misma: la sensibilidad de Miró estaría detrás de todos y cada uno de sus personajes, hasta en el rincón más escondido de su obra.
      Su sensibilidad  apuesta entre el mundo y el lector, es la clave de que se vale para decir las cosas por insinuación, pero no con menor fuerza espiritual y expresiva. A veces Sigüenza saca valor de sí mismo, como en el capítulo 5 de «Gitano», y se transforma en un ser despiadado al no ayudar a los gitanos que le piden, a través de la labradora tía Vicenta, un costal de paja, para que se recostara una mujer enferma y embarazada. O cuando prende fuego a la sierra de Aitana por una complacencia infantil.

     El Sigüenza de Años y Leguas, no es el Del Vivir de veinte años antes ni el de Libro de Sigüenza. Porque veinte años después ha madurado en todos los sentidos, no le preocupa ni el tiempo, ni el medio, ni la experiencia de los demás, sino la emoción estética y experimental en un nuevo camino de perfección en el idioma.
     Queda por investigar varias cuestiones sobre Miró, como que no hizo el servicio militar obligatorio, gracias a la llamada “redención en metálico” en que 1899, era de 1.500 pesetas, para no hacer el servicio militar y librarse de la guerra de Cuba.
     Otra cuestión es el affaire que tuvo Miró con la señora Lola de Picón en Alicante, cuando vivía en plaza Ramiro, en 1914, y se tuvo que marchar a Barcelona (anotado por el profesor Edmundo L. King) en la introducción de la edición de Nuestro Padre San Daniel de la CAM de 1994.

....Nota..................
El texto forma parte del libro "Buscando a Gabriel Miró en Años y leguas" de Ramón Fernández Palmeral, para el 140º aniversario del nacimiento de Gabril Miró 1879-2019.
Un texto gracias a Vicente Ramos

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