Fallece a los 91 años el historiador Vicente Ramos, narrador del último siglo en Alicante
Los restos del insigne intelectual alicantino serán enterrados a las 12.45 horas en el Tanatorio La Siempreviva
No es que me haya sorprendido su fallecimiento porque estaba al corriente de su frágil estado de salud y de esas duras estancias hospitalarias postreras. Ha quedado pendiente una visita prometida que me costaba hacer porque al hablar con él por teléfono, con su tenue hilillo de voz, y me decía cuán mal se sentía pero que fuera cuando quisiera, no soportaba observarlo en esas precarias condiciones físicas y con su lucidez intelectual de siempre, habiendo sido el trabajador infatigable que hasta hace bien poco seguía pidiéndome alguna foto familiar para el séptimo tomo de su Historia de la Diputación Provincial de Alicante cuando acaba de salir el sexto, ejemplo del dinamismo mantenido hasta el último hálito por un hombre nonagenario e hiperactivo.
Soy plenamente consciente que ahora brotarán los laudos por doquier y quienes, desde su envidiosa mediocridad, lo obviaron, sacarán pecho para honrar al supuesto amigo muerto. Vicente los conocía y a veces hasta los sufrió. Seis meses antes de cumplir los noventa años ya intenté se le hiciera por tal motivo un gran homenaje provincial a cuya convocatoria pública nadie respondió salvo unos amigos de tertulia que le organizaron un almuerzo así como el opúsculo 'Vicente Ramos, testigo de Alicante. 90 años de amor y de búsqueda' publicado en 2010 por el Grupo de Estudios de Actualidad (GEA) del que fui uno de los colaboradores literarios y en donde se reproduce una extensísima y clarividente entrevista realizada por Fernando López de Rego.
Me queda la satisfacción de que en muchas ocasiones, aquí y allá, dejé testimonio escrito de mi admiración, mi gratitud y mi afecto hacia su persona porque siempre, y recalco lo de siempre, me atendió solícitamente, desde hace más de siete lustros cuando me guiara sobre el tema a tratar en mi tesina, vinculado con el desarrollo finisecular de la ciudad de Alicante tras la llegada del ferrocarril en 1858, el primer tendido que unió Madrid con una ciudad portuaria. Ya lo conocía por ser amigo de mis padres con los que en algunas ocasiones estuve en su chalet 'Alone' de nuestro querido Guadalest, ese poderoso motivo de peregrinación en palabras de Fernández Flórez, disfrutando de su oratoria y la siempre entrañable presencia de Manolita.
Habiendo quien le haya criticado el exceso de citas ajenas entrecomilladas o notas a pie de página en sus concienzudos trabajos de investigación, cuando son claro ejemplo en su honestidad a la hora de no hacer suya ninguna aportación que no fuera propia, quiero aquí dejar constancia de unos breves párrafos de dos de mis últimos comentarios sobre su inigualable persona.
En el apartado de agradecimientos inserto en el prólogo de mi libro 'Treinta alicantinos al servicio de la humanidad' (2009) decía: «Siguiendo con las gratitudes personales, he de citar al erudito por excelencia, historiador, polígrafo y entrañable amigo Vicente Ramos, bien sabido pozo de sabiduría que ha atendido cordial y eficazmente todos mis requerimientos».
Por su parte, en la precitada obra de GEA cuya aportación titulé 'Vicente Ramos, historia de nuestra historia' afirmaba en uno de sus párrafos: «Pero mi querido y admirado Vicente, al que contemplo desde tan lejos en su sabiduría y desde tan cerca por su afecto y calidez, ha pasado a la historia con mayúsculas y su huella siempre perdudará por imborrable en la mucha gente que lo estima y, sobre todo, a través de una producción literaria que queda para la eternidad y nada ni nadie va a poder arrebatar, no ya a él, por justa vanidad, sino a las generaciones venideras que la estudiarán».
Biografía
Su Guardamar del Segura donde viniera al mundo el 7 de septiembre de 1919, acoge para siempre su inmenso legado que quiso donar en vida y para el que se creó una fundación ahora convertida en el Centro de Estudios e Investigación que lleva su nombre. Quedando huérfano de su madre Rosario, cuando apenas tenía dos años, fue la hermana de ésta Rafaela -ambas eran maestras- quien le incentivó el amor desde pequeño por la lectura.
Su padre fue alcalde republicano de su villa natal y Vicente estudia Bachillerato en el Instituto de la capital donde se domicilia por venir trasladada aquí su madrastra Joaquina, también profesional del magisterio y muy querida por él, viviendo unas andanzas políticas de juventud poco conocidas.
Al estallar la Guerra Civil se afilia primero a Unión Republicana y poco después a la CNT, compatiendo inquietudes culturales en el Ateneo donde conocerá a Miguel Hernández el 21 de agosto de 1937, año en el que consigue el título de Maestro de Primera Enseñanza. Al siguiente es movilizado y escribe su primer artículo en el diario 'Bandera Roja' que versará sobre la figura de Mariano José de Larra.
Estuvo en el frente castellonense como sanitario -era también lo que entonces se llamaba practicante- pero acabó de Miliciano de la Cultura, pillándole el final de la contienda, cuyo dolor fraticida le hizo retornar a su fe religiosa de la niñez, en Requena, trasladándose a Valencia y de allí a la capital lucentina que lo acogió con su «dulcedumbre luminosa» según relata en el tomo primero de su obra 'Alicante en el franquismo'.
Siguiendo con las apresuradas pinceladas biográficas, digamos que se licenció en Filosofía y Letras por la Universidad Central de Madrid en 1943, año en que publica el poemario en prosa 'Pórtico auroral', su primer libro, y también se casa con Manolita Moya a quien se lo dedica y a la que había conocido en el Casino dos años atrás.
Resulta imposible por exhaustiva citar aquí, ni siquiera resumida, la producción bibliográfica de Vicente Ramos. Son casi un centenar de obras a las que añadir prólogos y artículos periodísticos.
Ha escrito crónicas de Alicante y la provincia, biografías de Gabriel Miró, Antonio Ramos Carratalá, que le encargó poner en marcha la Biblioteca que lleva el nombre de aquel gran prosista alicantino y que dirigió hasta su jubilación, Rafael Altamira, Francisco Figueras Pacheco, Miguel Hernández, Julio Guillén Tato, Eduardo Irles y Lorenzo Carbonell además de ensayos precisos sobre Azorín, Carlos Arniches o Juan Sansano, por citar sólo algunos.
Extensa obra
Historias sobre la Segunda República, la guerra civil y el parlamentarismo en la provincia de Alicante, sus escritores más preclaros y un largo etcétera donde se incluye el Teatro Principal y hasta el Hércules Club de Fútbol, sin olvidarnos de su faceta de creación literaria poética y en prosa. Precisamente 'Destino de tu ausencia', escrita en 1957, era su obra preferida.
Cronista Oficial de la Provincia de Alicante, académico de número de la Real Academia de Cultura Valenciana, correspondiente de las reales academias Española y de la Historia así como de otras extranjeras, hijo predilecto de Guardamar y adoptivo de Alicante y Guadalest, poseía también la medalla de oro de la provincia de Alicante así como numerosos premios literarios.
También fue profesor extraordinario de Lengua y Literatura Española en la Universidad de Estocolmo a finales de los años cincuenta del pasado siglo y diputado al Congreso por Unión Valenciana, destacando en sus críticas al pancatalanismo.
Vicente Ramos adoró a Manolita, que le dio dos hijos que llevan el nombre de ellos, a lo largo de las siete décadas de «un patente y perdurable amor desde su origen» como le confesó a López de Rego. Me decía últimamente que quien resiste, vence; él no ha podido hacerlo con aquella que siempre nos gana su postrera batalla que para él ha sido la victoria de una eternidad infinita que serenamente tanto ansiaba.
Hace unos días se cumplió, sin pena ni gloria como tantas veces con los grandes personajes, el 150 aniversario del nacimiento de Rabindranath Tagore. Con el admirado escritor hindú quiero acabar, pensando en Vicente Ramos y esperando que las lágrimas me dejen ver las estrellas de esta dura y triste noche: «Cuando mi voz calle con la muerte, mi corazón te seguirá hablando». Que así sea, maestro y amigo.