Centenario de Vicente Ramos

El historiador, poeta, hernandiano y erudito VICENTE RAMOS PÉREZ, nació en Guardamar el 7 de septiembre de 1919. El presente portal lo dirige Ramón Fernández Palmera, correo: ramon.palmeral@gmail.com, con motivo de su centenario. Seminario del 20 al 24 de marzo de 2019 Sede Universitaria Alicante.

jueves, 21 de marzo de 2019

MIGUEL HERNÁNDEZ Y VICENTE RAMOS: DEFENSA DEL HERNANDISMO, por Aitor L. Larrabide





(Aitor L. Larrabide leyendo su ponencia, fotofragía de Palmeral)




Ponencia en la Sede de la Universidad de Alicante, 20 de marzo de 2019

MIGUEL HERNÁNDEZ Y VICENTE RAMOS: DEFENSA DEL HERNANDISMO


Aitor L. Larrabide
Director de la Fundación Cultural Miguel Hernández


         Quiero, en primer lugar agradecer a Dª. Consuelo Jiménez de Cisneros su amable invitación a esta primera mesa redonda sobre D. Vicente Ramos, a quien  conocí en el verano de 1992 de la mano de otro gran alicantino como fue D. Gaspar Peral Baeza, mientras yo cursaba la carrera de Filología Hispánica.

         El 21 de agosto de 1937 Ramos conoció, a través del oriolano Manuel Molina, a Miguel Hernández. Desde aquel iluminador día, en plena Guerra Civil, la aureola hernandiana lo acompañó. Y especialmente un concepto, como es el “hernandismo”, basado en el amor puro a la obra del poeta oriolano, sin aditamentos ideológicos o de otra clase.     

         Publica en 1946, en la revista alicantina Verbo, los poemas  hernandianos “Vuelo” o “Madre”. Gestiona junto a Manuel Molina la publicación de las obras completas en Aguilar a finales de los 40. Se ofrece a que el hijo de Miguel Hernández disfrute de una educación reglada (gracias a María de Gracia Ifach) durante el curso 1950-1951 en Valencia.
         Coedita en julio de 1951, con Molina, la bella carpeta Seis poemas inéditos y nueve más, con portada de Miguel Abad Miró  e ilustraciones de Ricardo Fuente, con el objeto de dar a conocer quince hermosos e inéditos poemas hernandianos y  recaudar dinero suficiente (hasta las 2.042 pesetas) para impedir que los restos mortales del oriolano fuesen a parar a la fosa común, lo cual le trajo como consecuencia a su generosidad algún topetazo con las fuerzas vivas del momento, y la ingratitud de la viuda del poeta. Se tiraron 1.000 ejemplares mediante suscripción, al prohibirse la venta pública, al precio de treinta pesetas por volumen. Presentado en carpeta, formato de 33 por 23 centímetros con 48 páginas, impreso en los talleres alicantinos de Gráficas Gutenberg.

Publica artículos, uno de ellos en 1960, en el que reivindica la necesidad de estudiar la amistad entre Sijé y Hernández para valorar su obra primera, desde 1932 a 1935.  En su libro de 1966, Literatura Alicantina (1839- 1939). (Ensayo crítico y bio-bibliográfico), Ramos incluye a Hernández en la llamada “Escuela de Orihuela”, cuyo maestro es Gabriel Miró. Este marchamo sería después reivindicado en 1981 por Ana Reig Sempere en su libro La generación del 30 en Orihuela.

En 1973 da  a la estampa en la editorial Gredos su gran libro sobre el poeta oriolano. En el mismo reivindica una concepción hilozoísta de Hernández, en donde la naturaleza está viva y de ella todo mana, incluso la muerte. El sentimiento trágico de la vida brotaría de constantes psíquicas barrocas oriolanas, como también la naturaleza. El hombre participaría de ésta y, de este modo, será más perfecto. La comunión con la naturaleza le acerca a Dios, pues ambos son la misma cosa para Hernández. Ramos sitúa el fenómeno de Miguel Hernández en su Orihuela y su paisaje bajo dos dimensiones esenciales: la sociología y la metafísica. Dedica un amplio capítulo a Ramón Sijé (cincuenta páginas), del que afirma que su magisterio es imprescindible en los años de formación de Hernández.

También participó en la organización del Coloquio Internacional de la Asociación Europea de Profesores de Español  en agosto de 1973, con la presencia, entre otras destacadas figuras del hispanismo, de Germán Bleiberg o Gabriele Morelli, y ofreció la conferencia inaugural, “La realidad en Gabriel Miró, Miguel Hernández y José Martínez Ruiz”.

Publica en 1976 el libro, firmado con Manuel Molina, Miguel Hernández, en Alicante, en el que se refleja la intensa difusión de la figura hernandiana y la bibliografía  sobre el poeta. La causa que motivó la publicación del presente libro no fue otra que el error de María de Gracia Ifach en la nota 196 de la página 334 de su libro MH, rayo que no cesa (Barcelona, Plaza & Janés, 1975), sobre la conservación de los restos mortales del poeta. Por pudor, los autores silenciaron sus gestiones y ahora las sacan a la luz a modo de “crónica”. Los hechos narrados y la rica bibliografía se ciñen a la ciudad de Alicante. Piden la erección de un monumento en Alicante al poeta, objetivo que no consiguieron, y rescatan trabajos tanto de como sobre MH. Aportan fotocopias de cartas de escritores y amigos durante la posguerra, pidiendo colaboración para divulgar la obra del oriolano. Sobre la carpeta editada por los autores en 1951, Seis poemas inéditos y nueve más, reconocen que se prohibió su venta pública (p.103), con la prohibición expresa de citar el nombre del autor y el título.

      En 1977 la editorial Aguilar le propone encargarse de la edición de Poesías completas. Josefina Manresa veta a Ramos y le prohíbe  que realice el trabajo.
        
         Como presidente de la Sección de Literatura del Instituto de Estudios Alicantinos promovió el estreno mundial del auto sacramental hernandiano Quien te ha visto y quien te ve y sombra de lo que eras, en el Teatro Circo de Orihuela el 13 de febrero de 1977 a cargo de la compañía alcoyana La Cazuela.

Ramos le dedicó dos poemas a Miguel Hernández: “Elegía a un poeta”, recogido en su libro Honda llamada, Alicante, Col. Ifach, 1952, pp. 61-64; y “Elegía a un pastor”,  publicado en la revista Bernia, nº 2, de enero de 1952 (pp. 11-13).

     Y mantuvo con Orihuela y la comarca de la Vega Baja siempre un contacto estrecho.  De hecho firmará el epílogo de la edición realizada por Manuel Molina, de Carlos Fenoll, Canto encadenado, publicada por el  Instituto de Estudios Alicantinos en 1978.

       Resulta lamentable el silencio impuesto sobre el nombre de Vicente Ramos durante la celebración del cincuentenario de la muerte del poeta en 1992. Encontró cobijo en la  Universidad de Murcia, con Francisco Javier Díez de Revenga y Mariano de Paco, que publicaron en el volumen colectivo Estudios sobre Miguel Hernández el texto “Defensa del hernandismo” (pp. [365]-376). Ahí resume su ejemplo y lección de hernandiano.    
        
         Fue él quien, con modestia, me dirigió a otro hernandiano de corazón, Gaspar Peral Baeza, mi querido Gaspar. Mis frecuentes visitas a la casa de Vicente Ramos, en la Albufereta alicantina, frente al mar, me depararon no sólo intensas conversaciones en torno a la lenta recuperación de la obra hernandiana durante la posguerra sino, especialmente, una particular complicidad en aspectos vinculados con la situación política en mi tierra natal y con la fe, y de la prodigiosa memoria de Vicente Ramos salían a borbotones datos, fechas, nombres y mucha pasión por el universal poeta oriolano. Y siempre teñida de pureza, no aliñada con accesorios espurios. En su casa conocí a Otilia Maciá, natural de Guardamar del Segura como Vicente Ramos. Ella se encargó de catalogar su biblioteca y archivo, y a la que, por cierto, echo de menos en este seminario. Tendría mucho que aportar de las inquietudes y relaciones intelectuales de Don Vicente.    
         Ramos destacó por una mirada limpia, pura, sin zancadillas ni bastardos intereses. Siempre destacó  el hernandismo como una manera clara de conducirse por la vida, y a ello sigo yo siendo fiel. En los años como becario en Elche, su acogedora casa, con la fiel y amable Manolita detrás (a la que, en una ocasión, D. Vicente le encargó que fotocopiara para mí en su integridad el número monográfico doble 35-36 de la revista Quaderni Ibero-Americani, de Turín, de 1968, y mientras ella se fue a Alicante en autobús para realizar el encargo, nosotros dos nos quedamos charlando), tuve no sólo una casa donde saciar mi penuria alimenticia como precario becario, sino, sobre todo, un amigo que quiso confiarme sus recuerdos y el testimonio de una fidelidad al mensaje hernandiano. Vicente Ramos me ayudó con numerosos datos y textos de su copioso archivo, alentó la redacción de mi tesis, incluso la presentó en la Biblioteca Pública de Orihuela cuando fue publicada en 1999 y la reseñó, generosamente. En 2006 la Fundación que lleva el nombre del poeta oriolano le concedió la Medalla al Mérito Hernandiano por su fidelidad al mensaje hernandiano. Me enviaba sus trabajos sobre el poeta, sus libros dedicados y la luz de sus ojos, reflejada primero en el Mar Mediterráneo, tan amado por sus admirados Gabriel Miró y Miguel Hernández, y de su limpio corazón. Testigo de una época de penurias y claudicaciones, sí, pero también de amistades firmes y audacias infinitas. Me acojo a la sombra de su árbol imperecedero, y a unos años en los que yo también empecé a soñar con difundir, más modestamente, la figura de Miguel Hernández. Y aquí seguiré, por lealtad y amistad a quienes, como Vicente Ramos, Ramón Pérez Álvarez, José Guillén García, Arturo del Hoyo, Gregorio San Juan, Francisco Martínez Marín, Joaquín Ezcurra, Ángel López Monsalvo y Gaspar Peral Baeza, han tenido la misma  admiración por quien supo encarnar en su obra las esperanzas de su pueblo y la fidelidad al canto de la tierra.    


     POEMAS (Seis poemas inéditos y nueve más, Col. Ifach, 1951)[1]



         El 28 de agosto de 1950, Vicente Ramos Pérez, con domicilio en calle de Pintor Lorenzo Casanova, número 11, Alicante, presenta en la Delegación Provincial del Ministerio de Educación Nacional una instancia dirigida al director general de Propaganda en la que le solicita la autorización “que exige la Orden del 29 de abril de 1938 y disposiciones complementarias” para editar el libro Poemas, volumen de cien páginas aproximadamente, en formato holandesa y tirada de 1.000 ejemplares, clase de papel: sin concesión especial, del que el peticionario es editor. El 25 de septiembre del mismo año, el delegado provincial en Alicante del Ministerio de Educación Nacional, Luis Villó, remite al director general de Propaganda la instancia y dos ejemplares de la publicación, que se componía de los siguientes poemas: “Égloga” (Revista de Occidente), “Sino sangriento”, “Elegía”, “La boca” (Punto, Madrid, nº 0, diciembre 1948), “A mi hijo” (Estilo, Elche, nº 1, enero 1947), “Cantar”, “Hijo de la sombra”, “Hijo de la luz”, “Hijo de la luz y de la sombra”, “Niño” (Halcón, Valladolid, nº 9,  mayo 1946), “Nana a mi niño” (Halcón, nº 9, mayo 1946), “Madre” (Verbo, Alicante, enero-febrero 1947), “El niño de la noche”, “Muerte nupcial”, “Vuelo” (Verbo, octubre-noviembre 1946) y “Sepultura de la imaginación” (Halcón, nº 9, mayo 1946). Según se indica, “al objeto de que se sirva V. I., si lo cree oportuno, ordenar su previa censura y autorización”.

Con fecha 27 de octubre de 1950, Vicente Ramos Pérez presenta solicitud de autorización para imprimir la obra Poemas, de Miguel Hernández, volumen de 100 páginas y una tirada de 1.000 ejemplares.
Al pie de la instancia figura la siguiente nota: “Comprobación.- Mad. ‘Poemas del amor y del dolor’. Exp. 2852-49. Aut. 15-6-49. Pase al lector nº 4.- Madrid, 9-XI-1950”.

El informe del lector nº 4, de fecha 22 de noviembre de 1950, dice: “Se trata de un libro de versos excelentes. Nada censurable”. En la hoja de inicio del expediente, el jefe del Negociado de Inspección de Libros escribe el 9 de noviembre anterior: MAD. POEMAS DEL AMOR Y DEL DOLOR”. Exp. 2852-49. Aut. 15-6-49. El jefe de la Sección firma de conformidad y con fecha 4-8-1951 queda hecho el depósito de los cinco ejemplares que se determinan para su firma y sellado en el Negociado de Circulación.
Poemas del amor y del dolor es un poemario de Miguel Hernández Miñambres, publicado en Madrid, Gráficas Uguina, en 1944, de dimensiones 13,5x19,5 cm, de 52 pp. + 2 h. No tiene ninguna relación con el poeta oriolano.

El 6 de septiembre de 1951, el delegado provincial del Ministerio de Educación, Luis Villo, remite al director general de Propaganda, “para que sea diligenciada al dorso, cinco ejemplares y tarjeta de autorización de la obra titulada ‘Poemas’, de acuerdo con sus instrucciones”.

DESCRIPCIÓN

         La edición, de 48 páginas, y de dimensiones 33 x 23 centímetros, en Gráficas Gutenberg, y salió en julio de 1951, en tirada de mil ejemplares a treinta pesetas el volumen. Finalmente llevó el título de Seis poemas inéditos y nueve más, recibió diversas críticas, todas ellas generosas, realizadas por amigos de los editores, Vicente Ramos y Manuel Molina.

         Antes de los poemas y de una fotografía del poeta con la firma facsímil del mismo, figura un “Propósito editorial” del que trascribimos su contenido íntegro por su evidente interés:

         “Miguel Hernández (1910-1942) es un hondo poeta alicantino, nacido en la ciudad de Orihuela. Su obra no es muy extensa. Una buena parte de ella está recogida en libros, y otra, mayor, dispersa en revistas y cuadernos de escasa tirada o, bien, inédita. En 1950, fue reeditado El rayo que no cesa en la Colección “Austral”, de Espasa Calpe.

         La Colección “Ifach,” de Alicante, ofrece al lector de la buena poesía una selección de poemas representativos de la gran personalidad del poeta alicantino.

         La Colección “Ifach” espera, con esta edición, haber contribuido al mejor conocimiento del poeta Miguel Hernández, uno de los valores más extraordinarios de la poesía española”.   

         Vicente Ramos y Manuel Molina, en su libro Miguel Hernández, en Alicante (Alicante, Colección “Ifach”, 1976), relatan la génesis de la carpeta. A mediados de 1950 empezaron a dar vueltas a la publicación de la misma. El objetivo era doble: “difundir la obra hernandiana, silenciada de manera absoluta, y ayudar en lo que nos era posible a la viuda e hijo del poeta” (p. 98). A continuación (p. 99), describen cómo escogieron los poemas y plantearon el diseño de la carpeta. Miguel Abad Miró y  Ricardo Fuente, de acuerdo con Josefina Manresa, participaron en la selección de los poemas” Elegía”, “Yo no quiero más luz”, “Muerte nupcial”, “Cantar”, la trilogía “Hijo de la sombra. Hijo de la luz. Hijo de la luz y de la sombra” (todos, inéditos), “Vuelo”, “Madre” (publicados en la revista Verbo, dirigida por ambos, en octubre de 1946 y enero de 1947, respectivamente), “Niño”, “Nana a mi niño”, “Sepultura de la imaginación” (publicados en la revista vallisoletana Halcón en mayo de 1946), “Égloga”, “Sino sangriento” (tomados ambos de Revista de Occidente, número 156, de 1936), “A mi hijo” (recogido en la revista, de único número, Estilo, de Elche, enero de 1947) y “La boca” (revista Punto, de Madrid, diciembre de 1948). Mientras Miguel Abad Miró diseñaba la portada y Ricardo Fuente realizaba las viñetas, Gráficas Gutenberg recibía la llegada de los nuevos tipos Ibarra.

         Los autores destacan “la buena voluntad” del Delegado Provincial de Educación Popular, Luis Villó Moya, a la hora de la tramitación del permiso (p. 99). Ramón de Garciasol colaboró también en Madrid. En carta de éste a Vicente Ramos fechada en Madrid el 19 de diciembre de 1950, le informa de la buena disposición de Miralles de Imperial, “segundo de la Censura” (p. 99). Ramos confirma que la autorización para la publicación del libro llegó el 3 de diciembre de 1950.        


El propio Ramos, responsable junto con Manuel Molina de la carpeta, escribió un artículo con el título “Poesía, hoy” en la revista alicantina Formación, correspondiente a los meses de julio-agosto de 1951, pp. 9-10. Destaca el hondo sabor humano, autobiográfico y telúrico de la poesía hernandiana. Los temas los halla en sí mismo.

Según Ramos, “la vida, en su concepción cósmica, la descubre en la madre, en la esposa, centro generatriz de lo existente” (p. 10). Alaba la trilogía “Hijo de la sombra. Hijo de la luz. Hijo de la luz y de la sombra”, “uno de los poemas más conseguidos de toda la poesía de habla castellana” (ibid.).

Vicente Ramos también se refirió a las gestiones con Josefina Manresa para la edición de la carpeta, en el tomo I de su libro Alicante, en el franquismo (Historia y memoria), editado a su costa en Alicante en 1992. Así, la viuda de Hernández autorizaba a Ramos y a Molina “un libro integrado por una selección de poemas inéditos o casi inéditos” y el auto sacramental Quién te ha visto y quién te ve y sombra de lo que eras (p. 257). A continuación, Ramos desgrana el contenido del contrato de edición suscrito por Josefina Manresa: se estipulaba que del primero se realizaría una tirada de mil ejemplares, y que Manresa percibiría el 10 % “por ejemplar vendido” (p. 257). Del segundo, el auto sacramental, una tirada de dos mil ejemplares, con la entrega a Manresa la cantidad de cinco mil pesetas, “que se le hará efectiva con la aparición de dicho libro. Además, se le reconoce el derecho a percibir el diez por ciento de cada ejemplar vendido” (pp. 257-258).    

“Defensa del hernandismo” XXXXX

RECEPCIÓN CRÍTICA

La primera reseña apareció en el diario alicantino Información con las iniciales L.P. el 21 de julio de 1951, con el título “El primer extraordinario Ifach”.

         Un inciso. En 1976, Vicente Ramos y Manuel Molina dan a la estampa el libro Miguel Hernández, en Alicante, dentro de la Colección Ifach. La causa que motivó la publicación del libro no fue otra que el error de María de Gracia Ifach en su libro Miguel Hernández, rayo que no cesa (Barcelona, Plaza & Janés, 1975, p. 334, n. 196), sobre la conservación de los restos mortales del poeta. Por pudor, los autores silenciaron sus gestiones y ahora las sacan a la luz a modo de “crónica”. Los hechos narrados y la rica bibliografía se ciñen a la ciudad de Alicante. Piden la erección de un monumento en Alicante al poeta, objetivo que no consiguieron, y rescatan trabajos tanto de como sobre el poeta oriolano. Aportan fotocopias de cartas de escritores y amigos durante la posguerra, pidiendo colaboración para divulgar la obra del oriolano.


          En dicho libro (p. 104), Vicente Ramos y Manuel Molina desvelan el nombre de la persona que se esconde tras las iniciales L.P.: Luis Pérez Cútoli. Lo recogen en la página 114 de su libro. El 21 de julio de ese año 1951 publicó una reseña con el título “El primer Extraordinario de ‘Ifach’ ”, trascrita íntegramente en pp. 104 y 106.

Ramos y Molina también revelan en su libro de 1976 que en la reseña no apareció, por motivos de censura, el título de la carpeta ni el nombre del poeta oriolano, y que se prohibió su venta pública (p. 103), con la prohibición expresa de citar el nombre del autor y el título. Dicha carpeta se vendió por suscripción privada, dada la imposibilidad de exponerla en librerías.

Sobre los poemas de Hernández, Pérez Cútoli afirma que “asistimos, a lo largo de su lectura, a una superación de las limitaciones de escuela y de género para quedar frente a una resonancia universal humanísima de los temas eternos y, particularmente, ante el drama grandioso del poeta que siente en sí a la especie y traspasa la consciencia de lo cósmico a la evidencia de cada uno de sus actos; que se siente, a la vez, un hombre y el Hombre; criatura y semilla de vida”.

Jacinto López Gorgé, alicantino de nacimiento y residente en Melilla, también publicó una reseña en el número inaugural de la revista melillense Alcándara, del mismo año 1951, p. 19.

En su apartado “Crítica de libros”, López Gorgé comenta la publicación de la estupenda carpeta pulcramente editada por Ramos y Molina, compuesta por quince poemas, unos inéditos y otros aparecidos en revistas de escasa difusión: “Égloga a Garcilaso”, “Sino sangriento”, la “Elegía a Sijé” (no es tal, sino la dedicada a la novia de éste), “Hijo de la sombra”, “Hijo de la luz” e “Hijo de la luz y de la sombra” que son, según López Gorgé, tres poemas y no uno solo. Resulta una reseña entusiasta. Recordemos que otros poemas que incluye la carpeta son: “Cantar”, “Madre”, “Vuelo” y “Sepultura de la imaginación”, entre los que más han impactado al crítico. Al final de la “reseña”, anuncia los dos libros que Hernández tenía terminados en vida: El hombre acecha y Cancionero y romancero de ausencias. Espera la hora de su publicación en “nuestro maltrecho y monótono panorama”.

El poeta melillense Miguel Fernández, en el diario El Telegrama del Rif del 5 de agosto de 1951, con el título “Homenaje a Miguel”, escribe una carta dirigida al propio poeta de Orihuela. Sobre los poemas incluidos en la carpeta, Fernández afirma que “leyendo estos últimos poemas tuyos, se habla con un pueblo, y cuando un pueblo cabe exactamente dentro del corazón por la voz de uno de sus hombres, llamamos a éste héroe. Héroe, pastor, soldado y poeta, albañil constante, muro tras muro [...] te recuerdas?”.

Jorge Campos, en “Miguel Hernández: poesía honda y vital”, publicado en la revista madrileña Índice de Artes y Letras, número 43, del  10 de septiembre de 1951, p. 7, defiende la aportación del oriolano: el retorno a la estrofa y la hondura humana de sus versos. Los temas son el amor y el hijo, con la diferencia de que el amor iba ligado en él a la maternidad. La trilogía “Hijo de la luz y de la sombra”, y las “Nanas” son comentadas de forma breve.

Santiago Magariños, en una entusiasta reseña sin título, publicada en Correo Literario, número 34-35, del 1 de septiembre de 1951, p. 12, predice que la poesía hernandiana permanecerá en el futuro. Para Magariños, “los temas que apretuja con pasión su poesía son temas vulgares, sencillos, corrientes, ¡pero qué diferencia entre el modo de tratarlo él y el engolado poeta palabrero!”. Más adelante sostiene que “tiene lo que un crítico acertado ha llamado “un garcilasismo con sangre dentro” y esa sangre le da sabor de clásico y resonancia eterna”. Valora su “hondura humana” y su “dolor”. Para finalizar, recogemos unas bellas opiniones sobre la poesía de Hernández: “Sus versos, como sus sentimientos, comienzan con pluma de cisne y terminan con estilete de hierro, y su corazón y su alma, a pesar de sus versos, no pudo cambiar a los hombres ni a la naturaleza” (implícitas referencias a la Guerra Civil).

Por su parte, Leopoldo de Luis, en “Poesía de Miguel Hernández”, publicada en la revista Ínsula, número 71, del 15 de noviembre de 1951, p. 8, sostiene con entusiasmo que Miguel Hernández es el “primer poeta español nacido de cuarenta y cinco años para acá”. Otras virtudes que Leopoldo de Luis contempla en Hernández son su apasionamiento, virilidad, fuerza impetuosa, humanidad, verdad y gravedad, aunque su obra sea poco conocida en ese momento (1951). Critica la escasa vigilancia en las pruebas, y los poemas no se agrupan con un criterio determinado, son de antología. Vaticina que la figura hernandiana será objeto de estudios y conmoverá a grandes masas de lectores.

María de Gracia Ifach, en “Poemas póstumos de Miguel Hernández”, artículo publicado en el periódico valenciano Las Provincias el 27 de noviembre de 1951, p. 10, alaba la poesía telúrica de Hernández, su voz hiriente, visión no exenta de cierto paternalismo, guía de los poetas del momento y su magia verbal. Le adscribe a la generación del 36.

Antonio Vilanova, en “Poemas inéditos de Miguel Hernández”, recogido en la revista barcelonesa Destino, número 732, del 18 de agosto de 1952, p. 17, destaca de Hernández el genio poético espontáneo y potente, la magia verbal y la gracia apasionada, que sobresalen por encima de sus limitaciones y de su escasa producción de “poeta malogrado”. Comenta  algunos de los poemas publicados en la carpeta.  

A pesar de la corta tirada de la carpeta y de la escasa o nula difusión que tuvo, mereció la atención, como vemos, de entusiastas lectores del poeta oriolano, y amigos de los editores alicantinos.  




                                              


[1] Expediente 5548-50, Caja 21/08745.

Fragmento de vídeo de la ponencia de Aitor L. Larrabide.
Aitor L. Larrabide es el Director de la Fundación Cultural Miguel Hernández de Orihuela
Ponencia ofrecida el 20 de marzo de 2019 en la Sede de la Universidad de Alicante

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