Centenario de Vicente Ramos

El historiador, poeta, hernandiano y erudito VICENTE RAMOS PÉREZ, nació en Guardamar el 7 de septiembre de 1919. El presente portal lo dirige Ramón Fernández Palmera, correo: ramon.palmeral@gmail.com, con motivo de su centenario. Seminario del 20 al 24 de marzo de 2019 Sede Universitaria Alicante.

domingo, 9 de diciembre de 2018

Vida y memoria del académico Vicente Ramos, coetáneo de Eduardo Primo Yúfera. Por Joaquín Santo Matas

Joaquín Santo Matas
                     




CONFERENCIA DE CLAUSURA DE LA V JORNADA DE ACADÉMICOS CORRESPONDIENTES DE LA
REAL ACADEMIA DE CULTURA VALENCIANA

2 de febrero de 2018

Vida y memoria del académico Vicente Ramos, coetáneo de Eduardo Primo Yúfera

JOAQUÍN SANTO MATAS. 

Hace justamente un siglo, cuando venía al mundo Eduardo Primo Yúfera, al que este año homenajea la Real Academia de Cultura Valenciana en el centenario de su nacimiento, nuestra sociedad, tanto a nivel local como nacional e internacional, se hallaba en estado de shock.

El 11 de noviembre de este 1918 acabaría la primera Gran Guerra que causó alrededor de veinte millones de víctimas mortales, las mismas que ocasionara en similares fechas y solo en Europa esa terrible pandemia que fue la mal llamada ‘gripe española’ que realmente tuvo sus orígenes en Francia y tanto afectara a nuestras tierras valencianas.

Cien años después parece cómo si en Valencia capital las cosas siguieran prácticamente igual, después de dos regímenes monárquicos, dos dictaduras y una república, en lo que se refiere a nacionalismos, valencianismos y catalanismos.

El Ayuntamiento del Cap i Casal, a cuyo frente se encontraba el republicano autonomista Faustino Valentín, aprueba en agosto de 1918 una propuesta en la que se instaba a enseñar valenciano en todas las escuelas y centros docentes no técnicos bajo amenaza de eliminar las subvenciones municipales a quienes no acataran tal disposición. Pero hasta los blasquistas de Unió Republicana Autonomista se opusieron. La medida no se llevó a efecto y Valentín dimitió a finales de año.

Francesc Cambó, el líder de la Lliga Regionalista de Cataluña, viene a Valencia para inaugurar la sede de la naciente Unió Valencianista Regional, vinculada con aquella, federalista y catalanista, y no imparte la conferencia organizada en el Teatro Principal al negársele que la diera en catalán por las protestas que aquello motivó.

También en 1918 se publica la Declaració Valencianista que defendía la creación de un Estat Valencià dentro de una Federación Española, compatible con las demás “regiones y nacionalidades ibéricas” que de nuevo la Unió Republicana Autonomista de Vicente Blasco Ibáñez y Félix Azzati rechazó de plano.

Pero en medio de toda esa maraña, el padre Lluis Fullana, alicantino de Benimarfull, da la primera lección en la Cátedra de Lengua Valenciana de la Universidad de Valencia, creada por iniciativa del Centro de Cultura Valenciana, antecedente directo de nuestra RACV, nacido tres años atrás.

Precisamente cuando cumplía la Academia su centenario de existencia, quien les habla pronunció el 27 de febrero de 2015 su discurso de ingreso en la misma que versó sobre ‘La Luz de Sorolla y Alicante’, centrado en la estancia del genial artista valenciano, va a hacer también precisamente cien años, en la capital lucentina donde estuvo varios meses de 1918 para pintar su famoso cuadro ‘Elche. El Palmeral’ para la Hispanic Society de Nueva York, lo que hizo no en la urbe ilicitana sino en el palmeral de Babel de Alicante.

Como bien sabemos, el 1 de abril de 1918 nacía Eduardo Primo Yúfera en Puerto de Mazarrón (Murcia) al estar allí su padre, Eduardo Primo Marqués, ejerciendo como maestro. Con cinco años marcharía la familia a Carlet, que lo nombraría en un futuro Hijo Adoptivo de esta ciudad que ostenta tal título desde que Alfonso XIII se lo concedería el 10 de agosto de 1926.

También al borde mismo del Mediterráneo, a 110 km. de distancia de Puerto de Mazarrón, en Guardamar del Segura, nacería el 7 de septiembre de 1919 otro gran hombre de nuestra tierra, Vicente Ramos Pérez, del que voy a tener el honor de contarles cosas de su vida y mi memoria, sin buscar lo exhaustivo pero sí lo más inédito porque tiempo y momento habrá cuando el año próximo conmemoremos, como merece el personaje, el centenario de su nacimiento.

Este es un adelanto que no podía tener mejor espacio que la sede de esta Real Academia que él tanto admiró por su defensa del valencianismo más puro e íntegro frente a las asechanzas externas de quienes vienen deseando apropiarse y a la par anular nuestra gloriosa historia y sus señas de identidad.

Al margen de su común sapiencia, trabajo infatigable, generosidad, honradez y bonhomía, uno desde las Ciencias y el otro desde las Letras, encontraremos entre Primo y Ramos, dos hombres además de una sólida fe religiosa, puntos concordantes.

Ambos ingresaron el mismo año, 1978, cuando trocó su nombre por Academia de Cultura Valenciana, va a hacer pues cuatro décadas, y con apenas cinco semanas de diferencia. Vicente Ramos lo hará el 9 de mayo casi a la par que vería la luz su esclarecedor libro ‘Pancatalanismo entre valencianos’, y Primo Yúfera el 14 de junio de 1978. Sus medallas como académicos numerarios serán correlativas, Primo la 23 y Ramos la 24. Aquella tuvo como primer titular a Nicolau Primitiu, presidente que fuera de Lo Rat Penat y decano de esta Academia cuando se denominaba aún Centro de Cultura Valenciana, entre 1956 y 1962 mientras Primo lo sería entre 1984 y 1987, siendo luego nombrado Decano de Honor de la misma.

Traigo la figura de este destacado erudito que fuera Nicolau Primitiu, poseedor de una impresionante biblioteca de temática valenciana, porque su hermano menor, Eliseo Gómez Serrano, fue una personalidad del mundo de la cultura en Alicante. Catedrático y director de la Escuela Normal de Magisterio, presidente también del Ateneo, concejal de Educación y diputado al Congreso durante la II República, por su implicación política como republicano de izquierdas, tras la guerra civil fue condenado a muerte, convirtiéndose en el primer fusilado del franquismo en la capital alicantina, dicen que para que sirviera de simbólico y terrible escarmiento ya que jamás intervino en delito alguno de sangre.

Encuentro una tercera persona con la que Primo estuvo muy vinculado en cuanto al trabajo científico pero que chocó con Vicente Ramos por el tema del panmurcianismo. Me refiero a Octavio Carpena Artés, secretario general del Consejo Superior de Investigaciones Científicas entre 1973 y 1976, coincidiendo con Eduardo Primo Yúfera que fue su presidente entre 1974 y 1977. Ambos eran de origen murciano, doctores en Ciencias Químicas y catedráticos de Química Agrícola por lo que su actividad profesional y docente marchaba por caminos paralelos.

Pues bien, Octavio Carpena, natural de Santomera, localidad de la Huerta de Murcia que linda con la provincia de Alicante, era a finales de los años sesenta del pasado siglo director del Instituto de Orientación y Asistencia Técnica del Sureste y gerente de la Comisión para el desarrollo socioeconómico de la cuenca del Segura que, tomando como excusa el futuro trasvase Tajo-Segura, fue desarrollando una política de acercamiento de la provincia de Alicante a la de Murcia que pronto desembocaría en un anhelo de crear una región del Sureste donde se integrarían también Albacete y Almería.

Isidro Vidal, decano de los periodistas alicantinos, nonagenario que hoy en día conserva una total lucidez intelectual, denunció las maniobras de Carpena en el diario ‘Información’ y la ‘Hoja del Lunes’, como me recordó hace breves fechas, indicándome que además en 1969 se nombra gobernador civil de Alicante a un cartagenero, Mariano Nicolás García, que lo fue hasta 1973 en que lo sustituyó un valenciano, aunque nacido en Manzanares (Ciudad Real), Benito Sáez González-Elipe, -lo casó el padre Fullana por cierto- mientras en ese mismo año un alcoyano, Enrique Oltra Moltó, ocupaba el gobierno civil de Valencia, fechas que coinciden con el auge y regresión del surestismo y el anhelo inequívoco del gobierno de vincular más a Alicante con el Cap i Casal, existiendo, eso sí entonces, pocos lazos afectivos y económicos así como muchos recelos respecto al centralismo valenciano.

Vicente Ramos, director que era de la Biblioteca Gabriel Miró de la Caja de Ahorros del Sureste de España, entidad que jugó un importante papel en estos movimientos disgregadores, se interesó por aquella defensa de intereses agrícolas comunes que iba a incentivar el trasvase y fue acusado de surestista cuando él este concepto solo lo entendía desde un punto de vista económico.

Pero hay un hecho irrefutable que tumba esa imprecación y quiero aquí hacer constar, el manifiesto ‘Somos valencianos’ que redactaría con el escritor Miguel Signes y firmaran treinta y una personalidades del mundo alicantino de la cultura con fecha 23 de mayo de 1972.

El texto literal fue el siguiente:

“Los abajo firmantes, en nombre propio y creyendo interpretar igual sentir en todos los demás escritores y artistas nacidos en la provincia de Alicante, ante el equívoco que en torno a la palabra sureste se está originando, al confundir conceptos de contenido geográfico, histórico, etnográfico, económico y administrativo, declaramos nuestra radical valencianía, no solamente por razones irrenunciables de hijos del Reino de Valencia, sino por aquellas otras, también, de índole espiritual que han conformado histórica y psicológicamente nuestra personalidad”.

Ello provocó que en la ciudad de Valencia, quince entidades culturales y profesionales, encabezadas por el Centro de Cultura Valenciana, patentizaran su negativa al “plan de segregación de la provincia de Alicante del histórico Reino de Valencia”.

A título personal diré que el destino quiso que una hermana de Octavio Carpena llamada Carmen se casara con un hermano de mi suegra.

Al respecto de los anhelos murcianos sobre las tierras alicantinas, creo que en este foro no está de más citar otra operación llevada a cabo con la llegada de la democracia y la redistribución del mapa regional con motivo del surgimiento de la llamada España de las autonomías y que pienso no es muy sabida. Aquí me viene a la memoria aquella frase de Joanot Martorell en Tirant lo Blanc: "Quien olvida el pasado, se olvida a sí mismo".

Murcia perdía Albacete que pasaba a formar parte de Castilla-La Mancha, y aduciendo cuestiones de proximidad geográfica, intereses agrícolas comunes y similitud lingüística, esbozó un proyecto de nueva región con tres provincias, la propia de Murcia, la de Cartagena, poco murcianista y con el cantonalismo resurgiendo, y la de Orihuela que abarcaría toda la Vega Baja del Segura.

El adalid de ese movimiento fue Antonio Pérez Crespo, presidente del Consejo Regional de Murcia que se vio favorecido en sus pretensiones por algunas medidas desacertadas del Consell preutonómico que encabezaba José Luis Albiñana y alimentó la idea de que las comarcas castellanohablantes lo iban a pasar muy mal con la nueva política nacionalista y de imposición lingüística, considerando que la Vega Baja quedaba a más de doscientos kilómetros de Valencia mientras la capital murciana dista quince kilómetros del límite provincial alicantino.

Todo ello me llevó a publicar el domingo 3 de diciembre de 1978 una extensa carta al director en el diario ‘Información’ que titulé “Pérez Crespo y sus violetas imperiales” donde hacía unas consideraciones históricas sobre lo que fue el Reino musulmán de Murcia y la comarca alicantina que tiene por capital a Orihuela y que pertenecía al Reino de Valencia desde comienzos del siglo XIV tras la Sentencia Arbitral de Torrellas de 1304 y el Tratado de Elche de 1305. Por ello los municipios de la Vega Baja lucen las barras de la Corona de Aragón en sus escudos, al margen de que años después, en 1366, el rey Pedro IV creara la Gobernación General de Orihuela, dentro del Reino de Valencia pero autónoma administrativamente de él y que contó con un estatus especial hasta la llegada de los Decretos de Nueva Planta en 1707.

Con juvenil ironía y cierta guasa terminaba yo aquel escrito de la siguiente guisa:

“Cada error salido de la Generalitat Valenciana supone un sabroso frote de manos del señor Pérez Crespo el cual, lanzando sus “violetas imperiales”, no conseguirá suplantar a nuestra violetera particular, doña Sara Montiel que, manchega de nacimiento, creció y medró en Orihuela, capital de esa Vega Baja orgullo de los alicantinos de verdad que debemos entenderla y a la vez proteger de las insaciables manos de los que la consideran pastel apetecible para engullírsela”.

Alicantinismo, valencianismo y españolismo han sido los conceptos irrenunciables de Vicente Ramos al que puedo decir con orgullo que acompañé en aquellas luchas por defender mi provincia de quienes deseaban anexionarla por el norte y por el sur.

Muchos han sido los puntos convergentes habidos con él. Mi padre conocía a Vicente 'desde siempre'. Amistades aparte, la primera constancia de intervenciones conjuntas de ambos, data de 1952 cuando los dos participaron en los foros culturales del Casino de Alicante en sendos homenajes a San Juan de la Cruz y Gabriel Miró, el 21 de marzo y el 4 de junio respectivamente.

Lo visitábamos periódicamente mis padres y yo en Aitana, como a él le gustaba decir, yendo a su chalet 'Alone', nombre de la antigua colonia griega asentada donde hoy está su Guardamar natal.

Desde entonces, al margen de actuaciones conjuntas, me redactó prólogos, le organicé charlas, escribí artículos, di conferencias y participé en debates sobre su figura.

Como único ejemplo, permítanme la leve vanidad de citar un caso acaecido en la etapa postrera de su vida. El 27 de marzo de 2009 impartí una conferencia en el Club de Opinión Encuentro que titulé ‘Alicante. Historia y cultura de un municipio bimilenario’. La víspera, me escribió el siguiente correo: “Lamento que mi poca salud no me permita asistir a tu conferencia en contra de mi deseo. Conozco tu amor por nuestra tierra, tu noble afán por encontrar siempre la verdad y tu diafanidad expositiva. Por ello estoy seguro que tu palabra revelará nuevos e interesantes aspectos del acontecer histórico del pueblo alicantino”.

Le dediqué mi intervención por su próximo 90 aniversario y enterado de ello, me volvió a mandar otro correo que transcribo íntegro: “Querido Joaquín: No sabes cuánto te agradezco el recuerdo que me dedicaste en tu conferencia. Como yo supuse, tus palabras fundadas en el sentimiento de alicantinismo, constituyeron un éxito. Te felicito de nuevo y, una vez más, lamento mi obligada ausencia. Recibe con el recuerdo a tu esposa, mi viejo y cordialísimo abrazo. Vicente Ramos”.

Llegados a este punto vamos a destacar aquellos aspectos más singulares de su biografía, como su ideología juvenil de corte libertario, la participación en el bando republicano durante la guerra civil, esa transformación total que la misma le causara y sus vínculos con Valencia.

Nacería el 7 de septiembre de 1919 en la Real Villa de Guardamar del Segura, único municipio de la Vega Baja que conserva la lengua valenciana y en donde el río desemboca.

Su padre, Vicente Ramos Cánovas, fue un terrateniente, juez de paz, católico y republicano, en la línea de Niceto Alcalá Zamora. Cuando se proclamó la II República, era alcalde de Guardamar. La víspera, 13 de abril, lunes de Pascua, conocidos los resultados electorales, fue sacado a hombros del Ayuntamiento.

Su madre, Rosario Pérez Aldeguer, murió cuando Vicente tenía solo dos años. Su hermana Rosario también fallecería a la edad de siete años.

Lo cuidan sus abuelos Rosalino y Filomena y sus tías Carmen y Rafaela, esta maestra como su madrastra Joaquina López Gil con la que casará su padre en 1927, dándole una hermana, Pilar.

Como ejercía ella el Magisterio en Novelda, allí vivirá y cursará la Primera Enseñanza. En mayo de 1931 realiza el examen de Ingreso en el Instituto de Segunda Enseñanza de la calle Joaquín Costa de Alicante. 1º y 2º de Bachillerato lo cursará en Elche, el 3º en Murcia y el resto en Alicante.

Con apenas diez años ya lee ‘Superrealismo' de Azorín y siendo estudiante de Bachillerato en Alicante, el bibliotecario municipal y escritor Eduardo Irles le aconseja 'La novela de mi amigo' de Miró, una revelación literaria y espiritual según Luis Beresaluze, biógrafo de Ramos.

El ambiente de la II República y su inquietud juvenil lo llevan a afiliarse a las Juventudes de Izquierda Republicana en 1936. Eterno lector, se siente atraído por el anarquismo filosófico de Proudhom que rechazaba a la autoridad como rectora de la sociedad, fomentando en grado sumo el individualismo pero repudiando la violencia; y también por el anarquismo intelectual que con Nietzsche lo apartará de la religión. Así, ingresa enseguida, 1937, en la CNT, el sindicato anarquista.

En ese año logra el Bachiller Superior muy brillantemente; tras un cursillo acelerado consigue el título de Maestro de Primera Enseñanza, dando clases en Alcoy, y también, después de un corto periodo de formación con el dr. Ernesto Ripoll, director del Hospital Provincial de Alicante, un certificado de practicante.

El 21 de agosto de este mismo 1937 conoce a Miguel Hernández en el Ateneo donde dio una conferencia-recital organizada por la Alianza de Intelectuales Antifascistas para la Defensa de la Cultura en vísperas de marchar desde Valencia hacia la Unión Soviética vía París y Estocolmo.

En 1938 se moviliza su quinta, hace un periodo de instrucción en el alicantino cuartel de Benalúa y publica su primer artículo sobre Larra en ‘Bandera Roja’, Diario de los Trabajadores. Órgano de la UGT. Ni el propio Vicente Ramos lo ha podido localizar al no existir ejemplares del mismo.

En tan solo un año como soldado anduvo por tierras de Castellón (Albocácer, Benasal...), el frente de Aragón, luego Granada y Extremadura para recalar finalmente en Requena. Esas titulaciones exprés que consiguiera le sirvieron para ejercer de miliciano de la Cultura y de asistente sanitario, lo que le valió no tener que disparar un tiro y sí dar charlas docentes a la tropa y asistir a los múltiples heridos.

Estamos a finales de marzo de 1939; la guerra se da por finiquitada, Vicente ve a sus superiores quemando documentos ávidamente mientras animan a la tropa a huir en desbandada. Marcha andando desde Requena en dirección a Valencia, consigue que un camión lo lleve hasta la capital y allí con los pies destrozados va a un hospital para que lo curen. Como miembro del ejército republicano fue instado a dirigirse a la plaza de toros para concentrarse allí.

Frente a ella se encuentra el Hotel Metropol, el mejor de Valencia entonces, antigua sede de la embajada de la Unión Soviética a cuyo frente estaba el controvertido Marcel Rosenberg cuando allí se ubicó el Gobierno de la II República. El propietario lo aloja en él, le da ropa de civil y le indica días después un tren de mercancías que salía para Alicante en uno de cuyos vagones se esconde.

Arribará sin problemas y su espíritu cambió. En el macuto llevaba una Biblia y vuelve a la fe católica. El dolor que le causara la guerra donde vio a tanta gente morir y la violencia anticlerical de la que fue testigo, le hicieron cambiar rotundamente. Además, corrían nuevos vientos y nuestro protagonista tenía 19 años, muchas inquietudes intelectuales y una vida por delante que no quería empezar en una cárcel.

Lo verdaderamente increíble es que un chaval con esa edad, soldado del ejército republicano, con carnet cenetista que conservaba y sin ser conocido en Alicante, comenzara enseguida a escribir artículos en ‘Hoja Oficial de Alicante’, el primer periódico franquista continuo, editado nada más acabada la contienda por la 3ª Cía. de Radiodifusión y Propaganda en los Frentes.

El mismo abril inició sus llamadas 'Vías imperiales', colección de seis artículos patrióticos donde reflejaba el espíritu del lema 'Por el Imperio hacia Dios' pleno de exaltación política y mirada puesta en la religión, Franco, los Reyes Católicos, Hispanoamérica y África.

El primero, publicado sin firma el viernes 28 de abril, se titulaba ‘Primavera en España’ y comenzaba así: “Jóvenes estrofas envueltas entre el polvo glorioso de mil batallas heroicas, cruzan los aires y atraviesan los campos los cuales se aprestan a sonreír a la nueva Primavera que por cielo, tierra y mar era esperada”. Concluirá de esta manera: “Primavera es juventud, es optimismo, es poesía. Y esta valiente generación, que ha amasado las lágrimas con sus himnos, se ha vestido de primavera con el rojo clavel y la azul violeta”.

También llama poderosamente la atención una narrativa madura para su edad y el empleo de un lenguaje alambicado. Como ejemplo, así da inicio a la II Vía, publicada el 30 de abril bajo el título de ‘El milagro de la resurrección: "Carente de un aire salvador, la mefítica y caliginosa atmósfera, ahogaba paulatinamente -con el veneno de su pútrida corrupción- al noble y gallardo pueblo español".

Usará palabras como ilota, fosco, ergástula, pródromo, flébil... En el segundo artículo aparecerán al pie las iniciales V. R. y en el tercero, el 3 de mayo, ya V. Ramos y Pérez.

Este 1939 se matricula en la Universidad de Valencia en Filosofía y Letras. Dos años después continúa sus estudios en la Central de Madrid donde se licencia en 1943, año en que se casará con Manolita Moya García a la que dedica su primer libro, 'Pórtico Auroral', conjunto de poemas en prosa lírica cuya crítica anónima en ‘Información’ -“no basta con una lectura rápida y fugaz, sino que necesita la concurrencia de amplio tiempo y de pausadas meditaciones”- coincidirá en fecha, domingo 10 de octubre, y página -‘La vida literaria’- con su primer artículo sobre Gabriel Miró 'Evocación de Sigüenza' que comienza: "Se nos abre el alma en anchas espumas de optimismo con la gloria de este día".

La segunda parte de 'Pórtico Auroral' se llama 'Canto de amanecer' y también rezuma el mismo optimismo. El mundo está en guerra pero Vicente se muestra feliz. Acaba de terminar su carrera y sobre todo le queda mes y medio para casarse con Manolita, la que será su compañera del alma durante casi 68 años que sintetizará, cuando llegó a nonagenario, afirmando que el éxito de ese patente y perdurable amor desde su origen estuvo en hacer de las dos vidas una.

Da clases en centros docentes tanto de Alicante, entre ellos el Colegio de Ciegos, como de Elche. ‘Primum vivere, deinde philosophari’ y tiene en un invidente su gran referente cultural, Francisco Figueras Pacheco, hombre absolutamente genial, según sus propias palabras, que le donó todo su archivo, capaz de escribir sin ver el inmenso tomo (1.206 páginas) de Alicante en la Geografía General del Reino de Valencia de Francisco Carreras y Candi; cronista oficial de Alicante entre 1908 y 1960, licenciado en Derecho por Valencia y doctor por Madrid, una Real Orden de enero de 1912 le impidió acceder a la cátedra de Derecho Natural de la Universidad de Valladolid al recoger aquel texto la prohibición de que un ciego pudiera ser catedrático universitario. Ello le llevó a decantarse por los estudios geográficos e históricos.

Resulta imposible explayarnos en la actividad literaria de Vicente Ramos que la inició en enero de 1940 fundando la revista literaria ‘Arte Joven’. Resumiendo, diremos que creó, por iniciativa de Antonio Ramos Carratalá, la biblioteca Gabriel Miró, que abrió sus puertas en la parte trasera de la sede de la CASE, el 27 de abril de 1952. Gestada 8 años atrás, fue su director hasta que se jubilara.

Por entonces ya había tenido problemas con las autoridades franquistas pues en 1950 publica con Manuel Molina 'Seis poemas inéditos y nueve más' de Miguel Hernández, determinando ayudar a su viuda e hijo, organizando una suscripción nacional para evitar que Miguel fuera a una fosa común y se le pudiera comprar un nicho así como divulgando la obra poética del oriolano.

En marzo de 1952 el boletín ‘Relevo’, Hoja volante del SEU de Alicante, publica un artículo sin firma titulado ‘¡Ya está bien! Aviso a los navegantes’ donde, entre otras cosas, se dice: “Por eso vemos con estupor, con estupor y con asco, la admiración bobalicona y palurda a Miguel Hernández de ciertos cenáculos semi-intelectuales que recitan versos facilones y cursis con pedantería provinciana”.

El traslado de los restos mortales de su madre al nuevo cementerio de Guardamar le incita a escribir en 1956 'Destino de tu ausencia', Premio de Literatura de la Diputación de Valencia en su apartado de Poesía de ese año, publicado por la misma al siguiente. Para Ramos, su obra preferida.

Entre 1957-59 vivirá en Estocolmo donde imparte clases de Lengua y Literatura y da conferencias. De ahí saldrá la edición de 'Poetas suecos contemporáneos' en cuya traducción le ayudó Greta Engberg.

Vuelto a España realiza su tesis doctoral 'El mundo de Gabriel Miró' en 1964 y con 'Literatura alicantina (1839-1939)' conseguirá el Premio Azorín en su primera edición (1965).

Sintetizando mucho digamos que ha escrito crónicas de Alicante y la provincia, biografías, entre otros, de Gabriel Miró, Rafael Altamira, Figueras Pacheco, Miguel Hernández, Julio Guillén Tato, Eduardo Irles o Lorenzo Carbonell; ensayos sobre Arniches, Azorín o Juan Sansano.

Historias sobre la II República, la guerra civil, el parlamentarismo, obrerismo y franquismo en la provincia de Alicante, el Teatro Principal, el Ateneo y hasta el Hércules Club de Fútbol. Dejo para el final la voluminosa 'Historia de la Diputación Provincial de Alicante', encargada con 83 años. Se publicaron cinco tomos, con más de 3.500 páginas, quedando un sexto prácticamente concluido.

Centrado en esa monumental obra, ya no prodigó colaboraciones en prensa. La última fue un breve artículo llamado ‘Deseo’ publicado el 27 de noviembre de 2009 en ‘La Verdad’ que estrenaba ese día una remozada edición de Alicante.

Cronista e Hijo Predilecto de Guardamar, cronista oficial también de la Provincia de Alicante y de Guadalest, académico de diversas instituciones, hijo adoptivo de Alicante, medalla de oro de la provincia y un largo etcétera de distinciones.

Morirá el 2 de junio de 2011, 60 años y un día después que su admirado Rafael Altamira, el mayor erudito que ha dado Alicante, identificado con esta frase suya: "Sea Vd. buen ciudadano pero no partidario; ayude Vd. a todo lo bueno pero no se ligue a ninguna corporación, sociedad o grupo que le obligue a una conducta cerrada".

Aún así, en momentos complejos para el valencianismo y de sólidas asechanzas pancatalanistas ante las que libramos batallas conjuntas, fundó en Alicante Unión Valenciana, siendo diputado a Cortes por la misma dentro del Grupo Popular (1982-84) y Mixto (1984-86).

Cuando la publicación de su pueblo ‘Guardamar Digital’ le preguntó el 11 de febrero de 2009 cómo le gustaría que le recordaran, respondió: “Sencillamente como un estudiante que procuró no hacer daño a nadie”.

En la recta final de su existencia manifestó: “Mi vida se ha ido haciendo con aciertos y equivocaciones, con tristezas y alegrías, procurando respetar y respetarme, sin envidiar a nadie ni a nada”.

Vicente Ramos sufrió muchas injusticias, desprecios, ataques e ignorancias a lo largo de su longevo devenir, fundamentados precisamente en la envidia, aquella que muerde y no come en palabras de Quevedo, y en una animadversión a su persona de sus adversarios ideológicos. Él, de palabra tan pulcra y cuidada, le llegó a reconocer a mi mujer en sus postreros días y ya con una tenue voz filiforme: “Me han hecho, hija, en la vida muchas pasadas; qué digo, putadas, muchas putadas”.

Termino ya trayendo a la memoria un pensamiento del escritor hindú Rabindranath Tagore: “Cuando mi voz calle con la muerte, mi corazón te seguirá hablando". Así lo siento yo y debemos sentir los que amamos esta tierra y luchamos, como él, por defender y preservar sus genuinas historia, lengua y cultura.


Muchas gracias.










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